Casa kr

Ellos viven en Madrid. Querían un espacio práctico conectado con la naturaleza para poder usar los fines de semana, pero sobre todo que pudieran pagar.

Construida en una sola planta, se aprovecha el desnivel natural del terreno para ubicar un garaje a cota de calle y la vivienda se sitúa encima de esta pieza pero sin tocarla. Esto, nos permite disfrutar de las vistas del arroyo cercano y protegernos de la calle.

La vivienda está construida con muros de carga de termoarcilla y la calefacción y ACS se realizan a través de una caldera de biomasa. En el interior, un espacio en L organiza la cocina, el salón y el comedor; el salón tiene una ventana en esquina (el único alarde estructural del presupuesto) que nos conecta con los exteriores; el comedor es un gran distribuidor hacia las habitaciones y baños optimizando el uso de la superficie; el comedor se extiende mediante un ventanal triple que da acceso al patio y al jardín; la inclinación de la cubierta nos permite centralizar la recogida de aguas pluviales y reutilizarla en el jardín. En el exterior, cuenta con una pequeña piscina de un tamaño responsable y adecuado para poder usar en verano (¡no da pereza llenarla o ponerla a punto!) (¡ni en Zamora se necesitan piscinas grandes¡).

Un camino une la casa con la casa de sus padres. Este camino conecta, protege y nutre. Mantiene los recuerdos nuevos (y viejos). La vuelta a la niñez. El regreso al campo.